En este nuevo periodo, el presidente de los Estados Unidos ha reiterado su postura crítica hacia el régimen de Maduro, calificándolo como un dictador y sugiriendo posibles medidas adicionales, como la suspensión de las compras de Desde que la dictadura de Nicolás Maduro se enquistó en el poder en Caracas, La relación entre Estados Unidos y Venezuela ha sido una de las más conflictivas en el hemisferio occidental, caracterizada por sanciones económicas, acusaciones de conspiración golpista y la ruptura de relaciones diplomáticas desde 2019.
Con el regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense, el enfoque hacia el régimen chavista promete ser un tema central en su política exterior. Durante su primer mandato, Trump implementó una estrategia de “máxima presión” que incluyó sanciones contra la industria petrolera y altos funcionarios venezolanos, además de reconocer a la oposición como la legítima representante del país.
En este nuevo periodo, Trump ha reiterado su postura crítica hacia Maduro, calificándolo como un dictador y sugiriendo posibles medidas adicionales, como la suspensión de las compras de petróleo venezolano. Estas declaraciones se producen en un contexto donde la administración del ex presidente Joe Biden ya había endurecido las sanciones tras acusar a Maduro de incumplir compromisos electorales. Por su parte, el mandatario venezolano ha rechazado estas acciones, calificándolas de ilegítimas y denunciando una “guerra económica” dirigida a paralizar al país.
Entre las figuras clave en la gestión de Trump hacia Venezuela destacan el secretario de Estado, Marco Rubio, conocido crítico del chavismo, y Richard Grenell, designado enviado especial, quienes han asumido una postura firme frente a Maduro. Ambos deben decidir sobre las licencias otorgadas a empresas como Chevron, que aún operan en Venezuela, y el fortalecimiento del apoyo a la oposición, liderada por Edmundo González, reconocido por Washington y el Parlamento Europeo como ganador de las últimas elecciones presidenciales venezolanas.
Trump, quien ha manifestado “gran interés” en la situación venezolana, enfrenta el desafío de definir si continuará la política de embargos y sanciones de su primer mandato o explorará nuevas estrategias para presionar a Maduro y facilitar un cambio político en el país sudamericano.