Una operación militar estadounidense en aguas del océano Pacífico resultó en la destrucción de una lancha sospechosa de narcotráfico cerca de Colombia, dejando al menos dos personas muertas. El hecho marca una nueva fase en la estrategia antidrogas de Washington, que en las últimas semanas ha incrementado su presencia militar en rutas marítimas clave del hemisferio occidental.
El ataque fue ejecutado por unidades navales norteamericanas como parte de un plan ampliado para interceptar cargamentos ilícitos antes de que lleguen al continente norteamericano. Según información oficial, se trató de un objetivo “prioritario” vinculado con redes transnacionales del narcotráfico.
El hecho ocurrió a cientos de kilómetros de la costa, en una zona frecuentemente utilizada por organizaciones criminales para el transporte de estupefacientes. Imágenes compartidas por el Pentágono muestran el momento de la explosión, provocada tras el impacto de un proyectil contra la embarcación.
Este es el primer operativo de su tipo registrado en el Pacífico desde que comenzó esta nueva fase de operaciones en septiembre. Anteriormente, todas las acciones similares se habían desarrollado en el mar Caribe.
El gobierno de Colombia expresó su preocupación, señalando que uno de los fallecidos podría ser un ciudadano colombiano y advirtiendo que la intervención podría haber violado su soberanía marítima. La Cancillería evalúa una nota diplomática en tanto se investigan los hechos.
Mientras tanto, organismos de derechos humanos han cuestionado la legalidad del ataque y exigen una revisión independiente de las circunstancias que rodearon la acción. Denuncian que no se ha presentado evidencia pública que vincule directamente a los muertos con actividades ilícitas.
La ofensiva forma parte de la doctrina de seguridad establecida por el gobierno estadounidense, que ha endurecido su enfoque hacia las organizaciones criminales en la región, incluyendo la posibilidad del uso de fuerza letal en escenarios internacionales.
